lunes, julio 27, 2009

La vida es un ciclo interminable de entradas y salidas, de lazos que se estrechan para volverse a perder, y sin embargo, todo permanece, aún los instantes que parecían olvidados. Entonces recurro a la memoria gráfica, pues aunque han pasado años, siento la urgencia de compartir algunos textos que escribí en el 2004. Sólo añado el video de una canción que desde siempre ha sido una de mis favoritas, ésta también la incluí en uno de mis posts. En aquella ocasión, la dediqué a todos mis lectores, supongo que muchos habrán dejado de leer este blog y supongo también que habrá nuevos lunáticos, para todos ellos y aún para aquellos que se quedaron en el camino, va, desde lo más profundo de mi ser... con cariño...

Hay lunas en todas partes, pero no sabemos cómo buscarlas. Están ahí pero no las vemos. Nos enseñan a ver lo que se ve, pero hay cosas que deben sentirse; como el viento en tu rostro y la lluvia confundiéndose con tu llanto en una tarde triste. Hay lunas en los charcos y en una gotera de baño. Hay lunas en un vaso de cerveza, en una taza de café y entre las colillas de un cenicero roto. Hay lunas en tus uñas y en cada beso que das. Hay lunas en los ojos y en la planta de los pies, en los espejos y en un cuarto azul. Hay lunas en las mentiras que decimos para no dañar a aquellos a quienes en verdad amamos. Hay lunas en los cuentos y la poesía. ¿Puedes ver, ahora, cuántas lunas se te han escapado? Las lunas, miles de lunas están ahí, esperando que las descubras, que finques tus sueños junto a los suyos para existir en un instante que se finge eterno; pero no las miras, porque te han enseñado a creer en lo tangible, sólo en aquello que puedes asir y ver. Para encontrar lunas basta cerrar los ojos y creer que todo, absolutamente todo, es posible.

jueves, julio 23, 2009

Me extiendo. Me contraigo y respiro. Universo capaz de absorberlo todo. Vuelvo a ser mañana, lluvia que no llega o inunda. Regreso a las miradas intermitentes, a las fotografías en sobres de papel, a las palabras fugaces. El infinito me eleva en sus cuentas de plata y sostengo al tiempo en las yemas de mis dedos cuando las lunas resplandecen de humo, de mar. Escribo para ordenar esta memoria; escapar del olvido; impregnarme del recuerdo. Quiero anochecer en cada canción y despertar el cuerpo desnudo cubierto de versos. Quiero permanecer en cada amor hasta que las costillas me duelan, hasta que mis huesos se hagan polvo y pueda renacer. No me basta con guardar el aroma de cada despedida y llorar todos los instantes. Me es insuficiente abrazar a las estrellas y dejar que mueran tras de mí. No, me rehúso a la distancia y a la impotencia metafísica, si es que en verdad existen. Olvido los pretextos: la luz se convierte en sinfonía. Abro las alas y los colores se disgregan, los signos se alborotan. Extendida, el azar es delineado por mis pies. Las letras nacen del polvo y las cenizas; húmedas, brillantes, filosas. Las palabras se abarrotan, se apretujan, huyen por las ventanas, se lanzan desde las azoteas y brotan por las alcantarillas; torrentes de imágenes, voces y sonidos. Insaciable; lo finito no puede contenerme.




Contacto: lanche49@yahoo.com

domingo, julio 19, 2009

En cuanto abrí los ojos empecé a juntar estrellas.
Tal vez encontré a la primera en un espejo; no lo sé.


Las demás llegaron en silencio, poco a poco; otras, reían a carcajadas y pronto se quedaron pegadas a mis pies.


Busqué en el cielo y el suelo; en los rincones más oscuros y en las pupilas de los niños. Revolví cajones e hice mil hoyos en la arena. Busqué en las tazas de café y los ombligos.


Aprendí a recortarlas, a dibujarlas. Las pinté en las paradas de autobús y las esculpí en mis muslos. Estrellas grandes y luminosas, estrellas nacientes y fantasmas de ellas.


Las hurté, las cambié por besos. Las bebí y me entregué por ellas.
Estrellas tiernas, llorosas, trémulas; temblando en la punta de mis dedos. Estrellas ardientes, cortantes, filosas.


Las guardé en mis bolsillos, las tragué, las trencé a mi cabello. Las besé, las nací, las escondí entre letras.


Las esperé y espero. Después de todo ¿quién podría resistirse a ellas?