Di BLANCO

Aclaro los tonos grises
la mustia estolidez de tu rostro

quieto

duermo con estrellas
bajo el brazo
y lunas en los dedos


nieblo


cansada de esperar
extendida
con los huesos hirviendo

las mejillas solas
las manos solas
la boca y las orejas
solas
en silencio

versos crecen a mis alas

vuelo

Me duele mi país. Me duele la miseria, la pobreza y la corrupción. Me duele la violencia en contra de las mujeres y los casos de violación y pornografía infantil. Me duele ver cómo México se consume, cómo es arrasado por el poder y la ambición de unos cuantos. Me parte el alma saber que millones de mexicanos trabajan jornadas extenuantes para seguir muriéndose de hambre, mientras los políticos se enriquecen ilícitamente, sin sanción alguna. El cielo mexicano llora, se desangra y no lo escuchan. Me duele y no voy a cerrar los ojos. Y sí, estoy triste…

Estoy triste...

Espero que el gobierno sea tan considerado con los payasos como fue con el equipo de filmación (¡Súbase a la banqueta! y sin... favor) . ¿O será que aún les impiden trabajar en el zócalo? Les preguntaré...

¡Recuperamos el centro histórico!
Adiós a las bombas, las granadas, la gente ensangrentada (extras por supuesto), y a la Eta que tanto fastidió en la ciudad de Puebla. Volví a caminar libremente, sin alguien que me estuviera limitando, ¡gracias Doger!

Tanta

Juan Gelman

En un colchón de piedras duerme
el saqueo del sueño, la
lengua cortada en pedacitos
de la memoria a la linda alondra.
Qué es una alondra preguntaba
la multitud que come altura, el
existir que no quiere
ser ensuciado, la violenta
luz de la suerte. Todo
se llama amor si lo llaman
amor, precio de la
flor que surca el cerebro
contra tanta
infelicidad abajo, atrás,
arriba, al frente, alrededor.