sábado, abril 03, 2004

Para tí que estuviste tragando lágrimas a cucharadas en un café, en cualquier sitio de esta ciudad, va esto. Espero que algún día, cuando me encuentre, pueda verte a mí lado, y no sea preciso inventar pretextos de lunas para que mis manos lluevan sobre tu rostro.

Por necesidad
Araceli Lanche

Necesito delinear el contorno de mis pasos en la arena
encontrar los signos de mis exclamaciones
en las grietas
en las manchas de los retratos viejos
en las preguntas que callan
los ojos opacados por la muerte

Necesito anclar mi existencia en la finitud de lo tangible
y de ahí descolgar mis huesos hasta el borde de lo eterno
del recuerdo inextinguible
a la palabra del mudo que se grita adentro
pues al decirse fenece

Necesito entonar mis plegarias al eco de esas voces
que van diciendo mi nombre
voces que conocen
el perfil exacto de mi alma

Necesito transgredir los umbrales de los muertos
que hechos polvo
fueron quedando en los rincones
plasmando con cuerpos quebrados
diminutas puertas de luz
por donde penetran los sueños de locos
y la soledad de aquel que se halla viejo
cuando mira sus pupilas
en un cristal de aparador

Necesito vendar los ojos de los gusanos hambrientos
y arrancar sus dientes afilados
rebanar sus lenguas
para que no puedan devorarme por placer
sino para llenar el vacío de sus vientres insaciables

Necesito recordar
para no morir de olvido.